¿Qué tendrá que ver un juego de cartas como el póker con el sector asegurador? Tal vez me refiera al riesgo que se experimentaba en aquellas partidas clandestinas de póker. Partidas en tiempos donde aun siendo el juego ilegal, estos aventureros de apuestas altas se jugaban los cuartos mientras policías y bandidos buscaban el lugar donde se daba la partida, ya sea para llevarse su tajada, “en base a ley”, o bien el botín completo a punta de metralleta.

O tal vez traté de hablar sobre aquellos tiempos del lejano oeste donde en cada asentamiento se concentraban algunos de los vicios más extendidos en aquella época.  Entre ellos, el póker y el whisky. Grandes agravantes del riesgo que sin duda serían exclusión general de cualquier producto asegurador creado por cualquier compañía actual del sector. Exclusiones a las que seguramente se añadirían entre otras y sin especificar más de la cuenta, los hechos derivados de duelos a punta de pistola. Siendo así de aplicación a participantes, espectadores y víctimas de balas perdidas independientemente del agujero en el que te hayas escondido, pues ya sabemos que hay riesgos que el sector entiende no «puede» asumir.

Un viejo y lejano oeste donde el póker dio nombre propio a alguna que otra jugada, pues así nació la denominada mano del muerto. Unas dobles parejas de ases y ochos que caían de la mano sin vida del salvaje Bill, quien recibió un tiro por la espalda al no cumplir con la regla básica del jugador “profesional” de póker de aquellos tiempos; no sentarse de espaldas a la pared. Tal vez un fallo relevante para quien ya anteriormente se le conocía por haberse llevado el dinero del centro de la mesa gracias a la pareja de seises que desenfundó en una ocasión desde su cintura. Curiosamente alguien que se sintió ganador sin necesidad de revisar la mano que le tocaba y cuya fatal anécdota ha llegado hasta nuestros tiempos.

Lo cierto es que me gustaría centrar el tiro en un tiempo donde el póker comenzó a transformarse de un juego de chicos malos, a un juego aceptado socialmente. Un juego convertido en un gran negocio y que ya todos conocemos en mayor o menor medida. Estoy hablando del momento en el que se popularizó la versión Texas Hold´em del póker. Y no pienso hablar sobre el cómo esto sucedió, sino más bien en el porqué del nacimiento de la variante en sí y de qué forma pudieran establecerse ciertas equivalencias con el sector asegurador.

Es sin duda en la actualidad un juego aceptado socialmente y muy conocido. Se realizan grandes eventos y se expone en la tele con cierta asiduidad. Tal vez conozcas a quien lo juega o incluso lo juegas en alguna ocasión. Su forma online está muy popularizada y hay quien busca incesantemente una forma de explotarlo. También es cierto que dados los intereses y el dinero que maneja sufrió un cambio normativo relevante a nivel estatal y esto derivó en dejar a ciertas figuras fuera de juego. Un cambio a todas luces de carácter cuestionable desde numerosos puntos de vista, incluido, el del consumidor.

El póker a nivel general, dispone de una base de incertidumbre basada en la fortuna, así pues, tiene una base probabilística que hay que entender y conocer si quieres triunfar con mayor asiduidad, pero, ante todo, es un juego de personas. Un juego donde la psiquis de las personas y su entendimiento es base fundamental para el éxito.

De hecho es muy fácil encontrar en la red leves explicaciones sobre los diferentes tipos de jugadores de póker, pues identificando y encasillado a tu rival con éxito dentro de un grupo determinado y previamente estudiado, sabrás y conocerás en base a sus acciones, si tu jugada es ganadora frente a la suya, si puedes plantearle una trampa en la que probablemente caerá, o sabrás identificar en qué momento es mejor ni tocarlo con un palo, pues lo más probable es que salgas herido si te topas en su camino.  Así encontrarás definiciones de jugadores como puede ser el denominado tipo roca, el conservador, el agresivo, el maníaco y otros tantos que comparten ciertas características de grupo que podría considerarse son fruto de la debilidad de la naturaleza humana y que mentes con ingenio e interés de algún tipo tienden a estudiar con detenimiento a fin de predecir su comportamiento.

Lo cierto es que estos son conceptos probablemente muy básicos para quien se quiere dedicar a vivir de este juego, incluso para el que juega con cierta asiduidad y son más de aplicación para quien todavía no entiende que este juego es un juego de explotar las debilidades de las personas, pues si realmente estás dispuesto a poner algo relevante en juego y no sabes esto, el juego ya no va de rocas, ni de maníacos, ni de agresivos, el juego va de lobos y ovejas.

Tal vez cabrían definiciones más adecuadas, pues cuando el Texas Hold´em nació, se trataba de trasquilar la oveja cuantas más veces mejor. Así aquellos grandes tiburones de antaño denominados los “Texas Rounders”, procuraban no despellejar, tan solo trasquilar sin herir de gravedad, a fin de tener nuevamente la oportunidad.  

Y es así como cabría interpretar pudo nacer la versión Texas Hold´em del póker. Una versión de un juego ya existente, cuyas variaciones frente al jugador inexperto acaban por aparentar una engañosa sencillez, uno que invita a interaccionar en más ocasiones entre los jugadores de la mesa pues se apuesta en más ocasiones e implica la existencia de más información encima de la mesa, uno que aparenta dejar la matemática fuera de juego y donde el jugador inexperto siente tener muchas más posibilidades de hacer jugada de las que realmente tiene. Uno donde el jugador experto tiene más posibilidades de aislarse en un cara a cara con su presa, uno donde la oveja piensa que puede salir su carta, pero el lobo sabe que la posibilidad de que salga es del 7%. Uno diseñado y modificado exclusivamente para que las ovejas puedan ver en él una oportunidad a tener en cuenta, una mejora de sus posibilidades, una utilidad para sus intereses, pero que en el fondo y de forma prioritaria, obedece a los intereses de un lobo que se ha preocupado por estudiarte, analizarte y entenderte, a fin de manipularte y beneficiarse.

Y es que el póker, aunque creo que denominado Poke en su momento, nació como un juego de 20 cartas. Posteriormente se aumentó la baraja a 52. Más tarde se permitió el descarte y más adelante incluso aumentó el número de descartes. Luego proliferaron numerosas variantes, entre ellas la que nos ocupa y que es actualmente la predominante. La realidad es que cada pequeño y sutil cambio realmente implicaba una variación notable del entorno al que se expone el jugador, tratando así lobos y tiburones de estar siempre un paso por delante dentro de un contexto controlado y buscado.

En cuanto a la versión Texas Hold´em, también se podría hablar de la sinergia que se produjo entre esta nueva versión de póker y otra figura relevante en el mundo del juego, los casinos.  Lo cierto es que fueron grandes causantes de la proliferación de esta versión del póker y cabría preguntarse cómo lo consiguieron y en base a que intereses comulgaron ambos. Además, si te fijas en el actor principal que promovió esto, probablemente sentirías que no se trata de trigo limpio, pero lo cierto es que creo no debo extenderme más,  tan solo aportaré una frase que siento cuadra muy bien en este caso y que cabría recordar y analizar con profundidad, “La banca siempre gana”.

Y bueno, ya en la recta final de este texto cabría entender que aún debiera hablar de seguros para dotar de cierta coherencia al titular de este artículo. Lo cierto es que dependerá de la experiencia, conocimiento e interés de cada uno frente a la temática planteada, encontrar o no equivalencias palpables y reales en las letras previamente expuestas, pues, aunque tal vez pudiera no aparentarlo, ya he hablado de seguros bastante.

Debo añadir que entiendo es difícil pensar en algo tan noble y solidario como es la mutualización del riesgo de forma cercana a los términos aquí planteados y sin duda es fácil percibir como injusto este texto que debo reconocer se encuentra lleno de cierta intencionalidad crítica.

Sin embargo, a pesar de la incuestionable y evidente existencia de grandísimas compañías y profesionales que se implican en el sector con toda su buena fe, conocimiento y experiencia profesional, es innegable la existencia de un grado de exposición por parte del consumidor y, por tanto, este texto aunque de carácter polémico, lo entiendo constructivo, pues es un llamamiento a la concienciación a la verdadera relevancia de asegurar tu futuro y el de las personas que te importan a través de un sector altamente competitivo y repleto de intereses contrapuestos.

El sector asegurador es altamente complejo, por lo que creo no está de más recordar, cuando te sientes en la mesa de póker sin control, sin datos y sin saber del tema, existe una gran probabilidad de que te conviertas en el primo de la mesa. Tal vez lo inteligente y apropiado sea implicarse en la búsqueda de un profesional cualificado, de confianza e independiente y que pueda guiarte en el proceso.